Luego de varias reuniones en la Capital, Francisco Gamarra regresó a Cusco, a Quillabamba, al local de la Federación Provincial de Campesinos de La Convención, Yanatile y Lares, donde se estaba gestando un nuevo paro agrario. Esta vez en defensa de los cocales. En la pequeña ciudad de Quillabamba lo esperaba Enrique Rueda -presidente del Comité de Lucha- con los primeros doscientos delegados y dirigentes de bases sindicales, para debatir en la asamblea las medidas de fuerza a tomar ante el inminente peligro de la erradicación cocalera.
Paro agrario regional
Once de la noche, domingo 14 de mayo. La ciudad de Quillabamba está a oscuras y los campesinos que llegan a la federación se acomodan en el local, cargando sus bultos y unos cuántos hijos nomás, las ollas, las papas y las consignas “coca o muerte”, cada cosa en su lugar. Los del distrito de Maranura, los de Yanatile, de Kiteni, de Uripata y Occobamba, los de Uchumayo, Santa Teresa, Palma Real y muchos más van ocupando la sala entre murmullos chacchados.
Doce de la noche. En el salón principal de la federación, iluminados por la luz que genera un motor, los delegados de las 84 bases sindicales representantes de los 14.000 campesinos cocaleros se acomodan. Unos en butacas, otros en el amplio suelo. Francisco Gamarra da inicio a la asamblea. Comienza a hablar en español, luego en quechua, pasando con mucha fluidez de un idioma a otro. Expone ante la concurrencia los avances de las gestiones en la capital, su entrevista con el presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Alberto Fujimori, Carlos Torres Torres Lara. Comenta que había sido favorable: se había comprometido a agilizar el proyecto de la Ley de Coca.