Hace frío sobre los 3.000 metros de altura. La comunidad de Occro duerme la noche mientras las manos secas y agrietadas de Teodoro intentan ajustar con un alambre el cañón de su escopeta. Atarlo a la culata, para tener mejor puntería. Teodoro se arropa con el poncho y calza el chullo en su cabeza. Se pasa con la lengua, de un lado a otro, el bolo de coca y lo succiona de cuando en cuando, para no sentir el hambre, el frío, ni el cansancio. Teodoro Quinchiza está de guardia en la torre de...
