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Textos y fotos Verónica Sáenz
Desde que el denominado Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso inició la lucha armada en 1980, los campesinos ayacuchanos fueron los más castigados. A comienzos de la década, las comunidades aisladas, escondidas entre los cerros, eran visitadas de manera poco amigable, tanto por Sendero Luminoso como por las Fuerzas Armadas del Perú.
Ambos acusaban a los campesinos de colaborar con el otro bando. El precio, por intentar mantener una actitud imparcial, significaba robos de sus pertenencias, violaciones a sus mujeres y desapariciones de los pobladores.
A partir de 1984 los comuneros, forzados por la violencia imperante, optaron por organizarse en Rondas Campesinas de Autodefensa para luchar contra Sendero Luminoso. El ejército asesoró y entrenó a las rondas, pero no les proveyó de armamento, ni permanecieron en sus comunidades para darles protección.
El destino de los ronderos era defender su territorio, con las únicas armas con que contaban: rústicas lanzas, machetes y cuchillos. Como consecuencia de la organización campesina, los senderistas, superiores en número y armamento, atacaron a cientos de pequeñas comunidades ronderas, convirtiéndolas en cenizas.
En los años subsiguientes las comunidades se reorganizaron, mientras se iniciaba el debate político sobre si se debía o no armar a las Rondas Campesinas. Hasta entonces no existía un dispositivo legal que las reconociera como organización de autodefensa, menos aún manuales sobre los deberes y derechos de las mismas.
Rondero que se accidentaba, debía pagar por sus medicinas o internamiento. Sólo la Cruz Roja Internacional socorría a los ronderos heridos en algún enfrentamiento. Los familiares debían encargarse de los huérfanos y viudas de los ronderos que morían durante las incursiones senderistas.
LA OFENSIVA CIVIL
En junio de 1990 el gobierno y el ejército, entendiendo como necesaria la participación de las rondas campesinas en la lucha antisubversiva, decidieron intensificar su formación, no sólo en Ayacucho sino también en el departamento de Junín. Para ello comenzaron a armar con escopetas a los ronderos y autorizar el uso de las llamadas “tirachas” armamento hechizo confeccionado por ellos mismos, de muy poca efectividad.
Hoy, en todo el departamento de Ayacucho hay más de 500 comunidades constituidas en Rondas Campesinas o de Autodefensa Civil. La estrategia consiste en organizarlas en forma de espiral, a partir de una base o patrulla del ejército, a modo de irle quitando terreno a la subversión, y alimentos y pertrechos para su supervivencia. Sin embargo, las comunidades que se encuentran en el límite de cada espiral, las que recién están tomando la decisión de organizarse, son las que vienen sufriendo los últimos ataques senderistas.
Por este motivo y temiendo que los subversivos atenten contra las comunidades con mayor violencia, el ejército y los ronderos decidieron. a comienzos de diciembre pasado, que la mejor defensa era el ataque. Hoy ronderos y soldados han iniciado la ofensiva, saliendo en patrullas desde sus comunidades, para buscar a la fuerza principal de Sendero Luminoso, resguardada en las alturas del cerro Rascchuillca.
ÉXITO DE LAS RONDAS DE AUTODEFENSA
La organización de las rondas ha significado para Sendero un golpe bajo. En primer lugar, porque le quitan masa para sus bases de apoyo. En segundo lugar, restringen su terreno de acción. Luego, el rondero conoce sus cerros, camina ágilmente en la altura y encuentra con facilidad los desplazamientos de Sendero. Por último, los ronderos son los soldados que el ejército no tiene para controlar todo el territorio.
Para contrarrestar el fortalecimiento de las rondas y quizás basados en los excesos cometidos por algunos ronderos, los “comandos” -jefes ronderos-, son acusados ante la fiscalía por abuso de autoridad o robos de tierra o ganado. La intención de Sendero es desprestigiar internacionalmente a los comités de defensa civil para obligar al gobierno a retirar el apoyo logístico.
Sin embargo, la situación del campesinado es crítica. La falta de créditos para el agro y los bajos precios de los cultivos se suma a la pérdida de horas de trabajo del campesinado, que debe integrar la defensa civil. Ante esta situación, el Congreso de la República, finalmente aprobó la ley de Rondas Campesinas, postergada por años.
LEY DE RONDAS
En ella, no sólo se legaliza la posesión y uso de determinadas armas para la autodefensa de sus comunidades, a fin de lograr la pacificación del país, sino también se establece que los servicios prestados en las rondas por los jóvenes, en edad militar durante el periodo de un año, serán considerados como cumplimiento del servicio militar obligatorio.
Las lesiones sufridas por los ronderos durante el cumplimiento de su función, serán asumidas por el Estado. Asimismo, en caso de fallecimiento del Rondero durante el cumplimiento de su función, los municipios distritales o provinciales cubrirán los gastos del sepelio y el Ministerio del Interior otorgará a los deudos directos, una pensión mensual equivalente a un sueldo mínimo vital.
Mientras la ley entra en funcionamiento, los ronderos solicitan que se les entregue una mayor cantidad de escopetas y municiones, ya que las fabricadas por ellos no son efectivas. El presidente Alberto Fujimori se muestra firme en su decisión de continuar organizando a las rondas campesinas y fortalecerlas, para lograr una mayor efectividad en la lucha contrasubversiva.
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