Carlos Boloña, en su carta de renuncia, señaló que usted gobierna según las encuestas. -Pienso que la carta la escribió en un momento especial, y no tuvo una reacción sensata. Al margen, para mí los sondeos de opinión son muy importantes porque me permiten evaluar la opinión de la población sobre las medidas que toma el Gobierno. Lo interesante de todo esto es que no hay una correlación directa entre populismo y respaldo popular. Para el presidente, cuando se quiere moralizar el país y pacificarlo, es importante el apoyo de la población. –El nuevo ministro de Economía, Jorge Camet, ha anunciado que va a conseguir una reactivación económica. ¿Cómo lo logrará? -Espero que lo que pueda generar una mayor producción, sea corregir paralelamente dos elementos de distorsión: bajar la tasa de interés, que significa una carga muy pesada para las empresas y mejorar el tipo de cambio. El Gobierno, naturalmente, tiene que hacer una mejor gerencia, en el sentido de que lo que recauda sea inmediatamente devuelto a la economía a través de los canales más adecuados. Camet también afirma que habrá un agresivo programa de compensación social. ¿Se refiere a comedores populares o a la creación de pequeñas empresas? -Fundamentalmente a la generación de empleo y la mejora de la infraestructura para la producción y para el bienestar de la gente. Por ejemplo, en el área rural se requieren muchas obras de canalización, de pequeños caminos rurales, de generación eléctrica para que a su vez se puedan generar pequeñas empresas. Es decir, sentar las bases para que estas microempresas puedan instalarse en las zonas urbanas gracias a un plan de obras de construcción, lo que ya estamos haciendo en niveles bastante aceptables. Para lograrlo estamos trabajando con la recaudación fiscal, porque el crédito externo ha sido muy bajo. Las masivas migraciones del campo a la ciudad -por la violencia o la pobreza- han convertido Lima en una ciudad súper poblada donde más del 50 por ciento de sus habitantes vive en barriadas miserables, la mayoría sin ninguna condición sanitaria. ¿Qué piensa hacer su Gobierno al respecto? -Ofrecer las condiciones para la reemigración: primero tienen que ser rentables estas zonas que han sido abandonadas. Hacerlas rentables significa proveerlas de infraestructura: canales y caminos. No voy a incentivar la reemigración mientras no estén las condiciones dadas. Este va a ser un proceso natural. Independientemente de las emigraciones, el problema de fondo es el alto crecimiento demográfico, particularmente en la zona rural, donde supera el 2,3 por ciento anual. No tenemos resultados concretos en el programa de control de la natalidad. Creo que es importante corregir esto y llegar, si fuera posible, al 1,9 por ciento.

Se dice de usted que es un político astuto y hábil. ¿Cómo se calificaría? -He aprendido mucho; más bien creo que soy alumno de la política, pero liberado de los intereses particulares. Poco antes de la segunda vuelta electoral, usted dijo que su plan de gobierno se diferenciaba del de Mario Vargas Llosa, el candidato rival, porque no aplicaría un shock económico: ni habría privatizaciones ni liberación del comercio exterior. Sin embargo, una vez en el Gobierno, hizo todo lo contrario. ¿Eso no fue astucia política? -Cuando se hizo una evaluación de la economía del país, los elementos con los que se contaban no se ajustaban a la realidad. Por ejemplo, sobre las reservas internacionales, sobre los forados (fugas de capital) en las empresas públicas, sobre el déficit fiscal, sobre la emisión inorgánica (de papel moneda), sobre las necesidades en el tesoro público y sobre el proceso hiperinflacionario que llevó el litro de gasolina a seis centavos de dólar. Esto nos obligó a trabajar con pragmatismo y llevar la gasolina a su precio real, un dólar y medio. En lo que refiere a privatizaciones, tras un año de evaluación, no veíamos posibilidades de un fácil reflotamiento. Tomé personalmente la decisión de iniciar la privatización. ¿Qué piensa sobre la integración lationamericana?-Pienso que debemos continuar en esta ruta, pero en términos concretos. El ejemplo más claro es nuestra relación bilateral con Ecuador. Han disminuido totalmente las tensiones fronterizas. Esto ha permitido al Perú derivar fuerzas concentradas en las fronteras para trasladarlas a las zonas de emergencia, para destinarlas a la lucha contra el terrorismo. En cuanto a las relaciones comerciales con Ecuador se ha llegado a acuerdos bilaterales, luego de la suspensión de nuestra participación en el Grupo Andino. Del mismo modo lo hicimos con Bolivia. Hace dos años tenía un alto concepto de Vargas Llosa. Hoy, el novelista, al conocer la crisis económica de nuestro país, insiste en pedirle a las instituciones financieras que no den créditos al Perú. ¿Ha variado ahora su concepto sobre él? -Sigo pensando que las personas son por naturaleza buenas. No me explico su actitud. Creo que por las informaciones que le llegan tiene una idea equivocada. Espero que pronto le hagan llegar la información correcta. A veces, los peruanos tienen la impresión de que usted posee en el palacio de Gobierno un juego de mesa llamado Perú donde estudia detenidamente cada jugada. Sería interesante saber cuál será el final del juego, en 1995. -Soy un hombre planificador, ordenado, que evalúa todos los elementos disponibles. En realidad, manejo los problemas del país en el contexto político como si estuviera frente a un tablero de ajedrez. Yo digo: me van a hacer esta jugada, entonces yo hago dos jugadas previas, un jaque y luego un jaque mate. Todo con el objetivo de sacar al Perú de la crisis. Espero que en 1995 el país esté completamente pacificado, un país donde las inversiones sean atractivas y donde la población ya esté participando en este proceso de reactivación. Personalmente no tengo ninguna obsesión por ser reelecto.