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Texto y Fotos: Verónica Sáenz Porras

Una mañana sabatina de agosto de 1990, hacia el fin del invierno limeño, el gris del cielo de Lima lucía más claro que de costumbre. Estábamos en guerra interna por los grupos levantados en armas, Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, aunque los limeños aún no lo sentían en carne propia, si en las provincias y en las carátulas de los periódicos. Esta vez, aunque sí de violencia, también de poesía.

Nos reunimos con Rocío Silva Santisteban, Rossella di Paolo y Patricia Alba, tres representantes de la poesía de los 80, en la antigua cafetería Las Mesitas, en el bohemio barrio de Barranco. La generación de los 80 había generado una buena cosecha literaria: 149 libros publicados de 83 poetas peruanos.

Tres cafés americanos por favor. Comienza Patricia Alba nuestra conversación – “Yo creo que la violencia política sí se refleja en la poesía, en los poemas eróticos. La violencia diaria que vives la conviertes en una violencia muy personal“.

La poesía sensual y erótica estaba en boga, criticada por conceptos tradicionalistas de aquellos que, a esta hora, salían de la iglesia de la esquina. Agresiva o impúdica para la mayoría de los hombres, que tienen la tendencia de mirar a la mujer a ejemplo y semejanza de la madre idealizada, como mujer inmaculada. El orgasmo, los senos y el semen sonaban en el inconsciente colectivo a palabras sucias y no de amor.

Mientras revolvía el azúcar en su taza de café, en el traslúcido ambiente rodeado de ventanas, Rocío Silva Santisteban, de las más crudas y determinadas en las letras, comenta – “La generación de los 80 respecto a años anteriores, se diferencia en que la violencia que vivimos en el Perú es tan pesada, que uno tiene que meterse en si mismo, escribir poesía confesional. Esa violencia se traduce en tu propio lenguaje, y el que usamos todas me parece bien fuerte”.  Abogada, periodista y estudiante de literatura, a sus 27 años ha escrito dos poemarios Asuntos circunstanciales (1984) y Este oficio no me gusta (1989), con el que obtuvo el segundo premio COPE en la Tercera Bienal de Poesía.

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De izquierda a derecha poetas Rossella di Paolo,
Patricia Alba y Rocío Silva Santisteban

Con su modo suave modo, Rossella di Paolo interviene – “Yo creo que la poesía ha entrado al cuarto, pero metiendo la calle adentro. Tú enfocas los temas personales de una forma más subjetiva, más lírica y delicada…pero con mucha ira por dentro.” Rossella di Paolo comenzó a escribir a los 14 años, “la cosa es continuar” me dijo al ingresar a la cafetería. Y continuó. Hoy tiene publicado Prueba de Galera (1985) y Continuidad de los cuadros (1988).

Amor de Verdura

El rey tiene barbas amarillas como los choclos

y una sonrisa apretujada como los choclos

y tiernas sábanas verdes como los choclos

ah, y a mí como me gusta, como los choclos, el rey.

Rossella di Paolo 

Continuidad de los cuadros

Ira causada por la violencia estructural, décadas de pobreza en el campo, había logado prender las ciudades del Perú. La violencia y el miedo ya estaba instalado en los más informados. Sentadas, como antiguas amigas conversando, y a pesar de la realidad política, se escapaban las cómplices risas de tres poetas, ante esta entrevista inusual.

 “Creo que lo que ha cambiado es que hay una vuelta hacia uno mismo, una vuelta hacia lo interior. La calle ha dejado de ser un escenario atractivo para convertirse en un escenario de costumbre. La poesía urbana, la fuerza de lo coloquial, lo cotidiano, ha pasado. Esa fuerza interior se aprecia en la poesía escrita por mujeres”- Patricia Alba, periodista y estudiante de literatura, con su único libro publicado O un cuchillo esperándome (1988), y su próximo a publicar, La otra noche, bate su larga cabellera a modo de gestualidad.

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Es que acaso se estaba rompiendo el mito del poeta bohemio. De las reuniones de cerveza y versos en los bares, para refugiarse en las alcobas…  – “Nuestra generación es mucho más individualista, se ha perdido la costumbre del grupo. Cada uno se lame las heridas en su cuarto” comenta Rossella y Patricia añade – “Me parece que en todo caso no pretendemos fundar nada, ni ser vanguardia de nada. Te tomas las cosas con más levedad, si tanta pesadez, sin la obligación de tener que escribir. ¿Cuál es la diferencia entre escribir y publicar? Rocío toma la palabra – “Para publicar hay que asumir que se tiene un oficio” y Patricia agrega – “Creo que lo principal es tener ganas de publicar, y lo importante al publicar es que te cierra etapas. Tienes un objeto, tomas distancia, lo evalúas y ves que te falta”. Pensativa, mirando absorta ese rayo de luz que se coló por la ventana Rossella finaliza – “Pienso que si tú escribes para tí el poema está prendido a tus faldas, no se puede parar bien. Cuando lo publicas, ya puede caminar solo, y soltarse de tu falda, como un niño, va a crecer. También creo que tu trabajo necesita los ojos de otro para que camine”.

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Ya sé que andas diciendo por ahí

Que nadie pisa mis colchas

  • Que soy perro o gato.
  • Y a pesar de no haberte dado mis faldas a levantar.
  • Comentas con los muchachos las formas de mis piernas.
  • Pero es tarde, ya nadie te hace caso.
  • Mejor dar vueltas y empezar a andar, imaginando 50 mil lugares donde acostarse.
  • No me ofendo, son muchas las que como yo conocen tus debilidades.
  • Tus largos paseos por calles pobladas y sucias, donde las mujeres se colocan ofreciéndote un inflado cuerpo.

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Mujeres que sonríen y te tocan, y tú sabes que no hay risa en esos lugares cubiertos de moho, donde lo más nuevo se transforma cuando empieza a amanecer.

Vuelves al barrio de la misma manera en que te fuiste.

Los muchachos de la esquina ya no están, caminas encorvado.

Recorres todas las casas donde imaginaste caminar, recorres todas las casas donde imaginaste una mujer para ti.

Llegas a mi puerta: ven amigo, únete al jolgorio, goza esta tibieza. 

Patricia Alba – O un cuchillo esperándome

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El último café por favor, le suplica la amplia sonrisa de Rocío al mozo. Rossella, tú que hasta el momento no has publicado poesía erótica, ¿qué piensas de ella? -le pregunto- “¿Qué cosa no es erótico si entendemos por erótico esas ganas de vivir, esa fruición, lo alejado de lo fanático y destructivo? No quiero limitar lo erótico a lo sexual, como la crítica lo ha ligado. Eso, creo, que es empobrecer el contenido de lo erótico. Además, lo sexual forma parte de tu rabia, tu protesta, no lo encajones”.

Rocío agrega – “Ese término de erótico lo considero un poco castrador, el tema del sexo escrito por la mujer siempre ha sido mal visto, con prejuicios. Yo la catalogaría como poesía amorosa, amorosa hasta dentro”. ¿Qué sientes cuando el lector comenta tu poesía? – “Cuando yo publico siento que estoy haciendo un streap tease del alma, estoy poniendo muchas cosas sobre el tapete. Cuando hemos leído poemas elevados de temperatura, en recitales, algunos hombres me han agredido. Creo que se han sentido tocados, dolidos. En ese mismo público había mujeres que se levantaron y me defendieron. En realidad, lo que quiero que entiendan y comprendan, es que estoy confesándome honestamente”.

Danzar sin equilibrio

“Bebíamos vino después del amor. No recuerdo el sabor de ese vino, ni el sonido de tu garganta apurándolo. Con tus largos dedos mojabas mi cuerpo de vino blanco, lamías mi cuerpo de vino blanco, bebías mi cuerpo blanco”.

Fragmento de Este oficio no me gusta- Rocío Silva Santisteban

En los últimos sorbos de esta chala coloquial, retomando el inicio le pregunto a Patricia Alba ¿Hay un rechazo hacia la poesía amorosa? “Hay un rechazo porque de alguna forma a esos lectores se les está cuestionando la imagen de la mujer que ellos han querido conservar. Les remueve que la mujer se permita tener orgasmos y decirlo”  -finaliza..

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REVISTA VISIÓN LATINOAMERICANA

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